jueves, 26 de marzo de 2015

Trabajo Individual "Casa Museo Joaquín Sorolla".

1. Introducción. 

    Este trabajo consiste en hablar del museo visitado, que en este caso es el de Joaquín Sorolla, visitando su casa. En esta visita tuvimos que elegir uno de los cuadros del artista para posteriormente comentarlo en clase. 

     A continuación, se muestra todo el trabajo realizado el cual se organiza en: "Hablamos del Museo" en el que tratamos como es el museo y que podemos encontrar allí, "Trazos en la Arena" en el que hablamos de la exposición temporal visitada, "La Madre" que es el cuadro elegido y estudiado, "Joaquín Sorolla y Bastida" en el que comentamos la biografía del artista, "Propuesta Didáctica" en el que comentamos una propuesta destinada a realizarse en clase que tiene relación con el cuadro elegido y finalmente la conclusión. 

2. Hablamos del Museo.

        El museo visitado fue el “Museo Casa Sorolla”. Este se encuentra en el madrileño barrio de Chamberí, concretamente en la calle del General Martínez Campos número 37. Aunque era natural de Valencia, Sorolla compró en 1905 los terrenos en los que mandaría construir su residencia madrileña. Cuatro años más tarde encargó la realización de la obra al arquitecto Enrique de Repullés y Vargas (1845-1922), el que finalizó su trabajo en diciembre de 1911, fecha en que el pintor se estableció en la nueva casa-taller con su familia.

Este museo se encuentra en lo que antiguamente fue la casa del pintor en Madrid, con amplios jardines de estilo andaluz, inspirado en los jardines del sur de España, con profusión de azulejos, esculturas, senderos y pequeñas fuentes, a pesar de que el autor procedía de Valencia. Los tres pisos de la casa fueron construidos alrededor de otro jardín del mismo tipo, aunque de menor formato, en el que el pintor retrataría a los miembros de su familia y una serie de allegados en el ambiente íntimo del hogar. La exposición se encuentra en lo que antiguamente era el taller del artista. A pesar de ello, se pueden visitar otras estancias de la casa como el salón, cuyo ventanal da directamente al jardín y el comedor. En la parte superior de la casa, se suelen establecer las exposiciones temporales, que varían en su contenido ya que han expuesto desde pinturas del artista hasta trajes regionales. Y por último en la segunda planta se encuentran las oficinas del museo.

El núcleo de las colecciones del museo son las obras de Sorolla, las que están distribuidas por todos los espacios de la casa, en algunos casos reunidas por temas, como es el caso de una pequeña sala en la que son expuestos una serie de bocetos relacionados a la gran obra Visión de España que Sorolla pintó para la Hispanic Society de Nueva York. En las salas también hay una serie de muebles, imágenes religiosas de madera, y obras de arte de otros artistas – tanto pinturas como esculturas que recrean el ambiente de la época en que la familia habitaba la casa – las que formaban parte de la colección privada de Sorolla. El interés del artista por el arte popular español se evidencia en un par de pequeñas salas en las que son expuestas un gran número de cerámicas (botijos, platos, retablos y azulejos) de distintas regiones de España.

La historia del museo, va muy unida a la historia del artista (puesto que fue su casa). Se construye entre 1910 y 1911, habitándola la familia a finales de este año. En su disposición Sorolla intentó separar su zona de trabajo, compuesta por tres estudios encadenados y con acceso directo desde el jardín, de la propia vivienda, que se componía de un amplio salón, un comedor y una pequeña salita en la planta principal y de cuatro dormitorios, del matrimonio y de los tres hijos, en la planta segunda alrededor de un distribuidor.

La historia como museo de la casa, es la siguiente: Fue creado por deseo de la viuda de Sorolla, Clotilde García del Castillo, que en 1925 dictó testamento donando todos sus bienes al Estado Español para fundar un Museo en memoria de su marido. Ya fallecida doña Clotilde se acepta el legado el 28 de marzo de 1931, y el 11 de junio del año siguiente se inaugura el Museo. Joaquín Sorolla García, único hijo varón del matrimonio Sorolla, fue el primer Director de este Museo hasta su fallecimiento, por deseo expreso de su fundadora. En 1941 hizo Joaquín testamento legando nuevos fondos al Estado. Tras su muerte en 1948, la donación fue aceptada en 1951. Estos últimos fondos son hoy propiedad de la Fundación Museo Sorolla, según el Estatuto Jurídico que la reglamenta, del 30 de julio de 1993. Desde 1973 el Museo es estatal y depende del Ministerio de Cultura.

                Como ya he comentado anteriormente, el museo contiene una exposición fija, con las obras más destacables del artista  y luego, en el piso de arriba se suelen establecer las exposiciones temporales, las cuales son muy variadas. Actualmente se encuentra la exposición temporal cuyo nombre es “Trazos en la Arena”. 

2. "Trazos en la Arena"

“Trazos en la Arena” es la exposición temporal que encontramos en el museo. Esta exposición pretende desvelar la amplitud de una faceta de la producción del pintor valenciano que resulta todavía bastante desconocida, apenas explorada y casi siempre considerada como mero apoyo para el estudio de obras concretas de su producción pictórica. Esta exposición se organiza en cinco bloques temáticos: “El trabajo en el mar”, “Barcas, Bueyes y velas”, “Mujeres del mar: pescadoras y madres”,  “La alegría del agua” y “Elegantes en la playa”.

                Con alrededor de 90 dibujos, 28 cuadros al óleo y 33 notas de color, la exposición se concibe como la primera gran muestra centrada en la faceta gráfica de Joaquín Sorolla con una presentación que aspira a ofrecer un discurso crítico y analítico, que se sume al propio atractivo estético de estas pequeñas obras sobre papel. Se organiza en cinco ámbitos en los que el dibujo establece un diálogo continuo con una selección de óleos y notas de color de pequeño formato con los que mantiene una estrecha vinculación, ya sea por constituir dibujos preparatorios y apuntes para cuadros especialmente significativos, ya sea por compartir rasgos comunes o inquietudes esenciales que se demuestran constantes y en continuo proceso de exploración en el universo estético del valenciano.

Sin duda estos dibujos son un documento esencial para la profundización en el conocimiento de su obra pictórica, como parte del proceso creativo, en muchas ocasiones de carácter previo auxiliar; pero también constituyen una expresión artística con personalidad propia, y la ingente producción gráfica de Sorolla reafirma esta condición del dibujo en su obra.

La amplia colección de dibujos conservada ofrece un punto de vista complementario sobre la evolución artística de Joaquín Sorolla. Al observarlos apreciamos que su evolución es paralela a la que experimenta su pintura. Las inquietudes esenciales, la estética y los retos que se plantea en cada momento coinciden en ambas vertientes. Su dibujo complementa su pintura, del mismo modo que lo hacen las conocidas pequeñas “notas de color” al óleo. Son producciones paralelas, pero lejos de ser deudoras unas de otras en sentido estricto, se combinan siguiendo sus propias líneas pero con motivaciones comunes, dando como resultado todo un universo estético coherente.

4. "La Madre".

La obra que elegí fue “La Madre”, puesto que es una obra que desde el principio me conmovió, ya que me parece que transmite una increíble sensación de ternura, de calidez, de tranquilidad y de pureza.

El artista pertenece al movimiento del Impresionismo, del cual se enamoró en su visita a París en el año 1885.  De este movimiento se desencadena todo su interés por la captación de la luz y la intención de captar escenas de la vida cotidiana de la forma más precisa posible. Es por ello, que los cuadros de Sorolla intentan reflejar escenas de la vida cotidiana como es el nacimiento de uno de sus hijos o el trabajo de unos pescadores en la costa mediterránea.

Joaquín Sorolla y Bastida realizó esta pintura para conmemorar el nacimiento de su hija pequeña, Elena, Sorolla pintó este lienzo, aunque el pintor no empleó a su hija como modelo, sino a una prima que acababa de nacer. La modelo de la mujer sí es Clotilde, la esposa del pintor, descansando con la pequeña en un amplio lecho dominado por las tonalidades blancas, emergiendo de la cama las dos cabezas. La de la mujer se presenta aún azulada por el esfuerzo del parto mientras que la de la pequeña se muestra sonrosada. La cama está recortada ante un muro de color gris, eliminando cualquier referencia espacial concreta como muebles o figuras, insinuando ambos cuerpos a través de las tonalidades empleadas, especialmente el blanco. Sorolla ha creado una escena cargada de ternura y delicadeza. Sin embargo, a pesar de que esta pintura se comenzó a realizar en el año 1895, no se expuso hasta 1901 en su Exposición Nacional.

Este cuadro supone la madurez en la pintura del artista, ya que tiene unos planteamientos estéticos y modernos en su propio lenguaje plástico, lejos de los rigores académicos de dibujo y paleta a la que están sujetas todavía las obras más importantes del artista pintadas en esas fechas.

Es uno de los mejores ejemplos de la capacidad de Sorolla para transmitir intensas sensaciones físicas y climas anímicos igualmente intensos. La emoción del padre-marido y la mirada del pintor se han fundido en esa luz tamizada que acaricia el mar de blancura donde emergen las dos cabezas, y el mundo entero desaparece ante la intimidad absorbente de ese momento.

El hecho de colocar el rostro de Clotilde de perfil, en un gesto de recogimiento, ensimismada en la contemplación de su pequeña hija, en lugar de exhibirse complacida y sonriente al espectador, da un giro completo al intimismo de la escena, revistiéndola de una ternura serena, que respira una paz silenciosa en el sueño plácido de la recién nacida. Por otro lado, apenas podemos distinguir el rostro de la niña puesto que está muy poco definido en contraste con el rostro de su madre, que se muestra mucho más claro.

El mayor atractivo del lienzo lo constituye la esplendorosa sinfonía de gamas de blancos que Sorolla despliega en toda la superficie de la tela, matizada en todas sus veladuras, desde la blancura de la ropa de cama, sobre las que se recortan las figuras del bebé y de la madre. La iluminación de la sala está al servicio de la escena, la cual subraya mucho más la ternura de la escena.

Tanto la composición como el encuadre y el tratamiento pictórico son de una rotunda modernidad, cercana en este caso al modernismo catalán. 

En efecto, el tratamiento de la superficie blanca que inunda todo el cuadro, me hace reflexionar sobre el tratamiento de este color en el artista, este para aplicar el blanco utiliza otros colores como el blanco roto o un gris claro para dar sensación de profundidad.

A técnica utilizada por el artista es el óleo (técnica húmeda) y el material en el que se encuentra es un lienzo, de grandes dimensiones (Altura: 125 cm.; Anchura: 169 cm). 

Este cuadro pertenece a la etapa de “Consolidación” del artista, que trascurre desde 1889 hasta 1899. La gran diferencia es la recreación del entorno – ejemplo de costumbrismo, un cuidado por los detalles de tipo “local” por el que Sorolla se destacaría de ahí en más -, tanto el realismo del patio, con profusión de azulejos y botijos, como el de la vestimenta de los personajes, especialmente las pañoletas y los abanicos.

5. Joaquín Sorrolla y Bastida.

Joaquín Sorolla nace en Valencia en 1863. Estudió desde 1878 hasta 1881 en la Escuela de Bellas Artes, allí animado por uno de sus profesores, Gonzalo Salvá, comienza  a pintar al aire libre. En 1885 va a Roma y desde allí a París, donde entra en contacto con el naturalismo. De regreso a Roma, comienza a viajar por distintas ciudades italianas, tomando pequeñas notas de color. En 1887 se instala en Asís y allí empieza a hacer escenas de ambiente valenciano bajo la influencia de José Benlliure y Gil. Es el inicio de su costumbrismo, que repercutirá en gran medida en su futura obra. En 1888 contrae matrimonio con Clotilde García del Castillo, protagonista de muchos de sus retratos y con la que tiene tres hijos, Clotilde, el pequeño Joaquín y Elena.

En 1889 vuelve a París para ver la Exposición Universal: allí descubre a los pintores nórdicos y su peculiar tratamiento de la luz, en el que él basará su propia versión del luminismo: se abre su etapa de consolidación. Su paleta va cobrando nuevos matices en su esfuerzo por plasmar la luz. Surgen nuevas temáticas, como el costumbrismo marinero, el que trata de las gentes del mar, o el realismo social, demandado en los certámenes oficiales. Con el primero conseguirá su primer éxito internacional con La vuelta de la pesca en 1895, con el segundo varias medallas en la Nacionales de 1892, 1895 y 1901, en esta última con una Medalla de Honor.

En 1900 obtiene el Grand Prix de los pabellones español y lusitano en la Exposición Universal de París. Se inicia su etapa de culminación, la del Sorolla más brillante, cuyas grandes dotes perceptivas y veloz ejecución producen sus mejores obras, donde la luz es el interés dominante. Sus constantes desplazamientos a París le hacen conocer las distintas vanguardias, que experimenta en sus obras. Surgen los "ismos" en su pintura, siempre a modo de experimentación en su búsqueda por captar la luz. Hace retratos que le producen grandes ingresos, y se interesa por el paisaje, viajando por distintas regiones españolas para recoger sus distintas matizaciones. Sigue cultivando su costumbrismo marinero, del que derivan desde 1904 sus temas de playa, lo más reconocido de su producción, e inicia a partir de 1907 sus estudios de jardines, fundamentalmente en Andalucía.

El reconocimiento internacional de Sorolla se consolidó después de importantes exposiciones en Francia y otros países de Europa. En Estados Unidos expuso en Nueva York, San Luis y Chicago, en éstas dos últimas en 1911, año en que se considera comienza la etapa final de la carrera del artista. Ese mismo año le hicieron el encargo de una obra de carácter monumental, la más importante que realizó en su carrera: una serie de catorce paneles con motivos de distintas regiones de España para decorar la Hispanic Society de Nueva York. Como preparación de la realización de la gran obra dedicó todo el año 1912 a recorrer España, realizando bocetos y tomando apuntes de motivos que reflejaban las costumbres y los motivos típicos de las distintas regiones del país.

    Sorolla trabajó con dicho encargo durante seis años, de 1913 a 1919, aunque la obra sería inaugurada recién en 1926, tres años después de la muerte del pintor, quién no llegó a ver su trabajo instalado en el lugar definitivo. Bajo el título común de Visiones de España, la serie comprende catorce paneles de tres metros y medio de altura y en total setenta metros de largo. Los motivos conforman un mosaico de prácticas y tradiciones de las más importantes comarcas españolas: entre otros La fiesta del pan representa una costumbre de Castilla, La jota muestra el baile típico de Aragón, Los bolos el deporte practicado en Guipúzcoa, y Los nazarenos las procesiones de Semana Santa en Sevilla. La serie también comprende estampas de comarcas como Valencia, Galicia, Extremadura, Huelva y Cataluña.

En Estados Unidos destacó como retratista. Su único modo de mostrar al público norteamericano su don era a través de los retratos que realizaba a los miembros de su familia (su mujer Clotilde y sus hijos), de los cuales destacan cuadros como Mis hijos (1904), en el cual se ve a su hijo y dos hijas en la intimidad del hogar, obra fuertemente influida por el arte de John Singer Sargent. A su esposa Clotilde la retrató en Retrato de Clotilde Clotilde con traje de noche (ambas 1910). Una de sus obras más conocidas es Paseo a orillas del mar (1909), en la que retrató a su esposa y a su hija Elena paseando, con vaporosos vestidos blancos, por una playa de Valencia. Unos años más tarde retrató a su hijo adolescente en Joaquín Sorolla y García sentado (1917).

Pero no solo realizó retratos en Norte América,  sino que también pintó una serie de retratos de personalidades españolas: el rey Alfonso XIII, los escritores Juan Ramón Jiménez, Vicente Blasco Ibáñez, y José Ortega y Gasset, la cupletista Raquel Meller, y la actriz María Guerrero entre otros. En Estados Unidos retrató al presidente William Howard Taft y a Louis Comfort Tiffany, creador de las lámparas que llevarían su nombre. Pintó asimismo retratos de un amplio grupo de amigos y allegados, algunos posando en el jardín de su propia casa. Es el caso de Retrato de la señora Pérez de Ayala (1920), obra que quedó inconclusa, ya que durante el proceso de trabajo con la misma sufrió el ataque de hemiplejia que marcó los tres años que le restaban de vida.

    El trabajo de tantos años con Visiones de España le requirió a Sorolla un enorme esfuerzo. Gracias al inusitado reconocimiento conseguido con dicha obra, en 1919 fue nombrado profesor en la Academia de San Fernando, la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Madrid. Pero prácticamente no pudo ejercer sus funciones, ya que en 1920 cayó gravemente enfermo, lo que le impidió seguir pintando. 

6. Propuesta Didáctica. 

         La propuesta didáctica que parte de este cuadro es la siguiente: lo primero que tenemos que hacer con los alumnos es una asamblea en la que les preguntaremos qué les parece la obra, es decir, si les gusta o no y qué sentimientos creen que trasmite. 

Luego según los sentimientos que crean que trasmite, les pediremos que si pueden representar una escena de la vida cotidiana, como hace Sorolla, al ser un pinto impresionista que pueda trasmitir los mismos sentimientos que ellos creen que trasmite la otra.

Finalmente, se expondrá delante de sus compañeros. 

7. Conclusión.

     Para finalizar este trabajo, he de decir que este trabajo de investigación sobre las obras del artista me ha gustado mucho. Particularmente, Joaquín Sorolla es un pintor que siempre me ha gustado mucho y aprender más sobre él, ha supuesto que me guste todavía más de lo que me gustaba.


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